bendecir a los hijos
Del Bendicional Argentino 105 en adelante
Es una práctica cristiana
Viene de la época de Jesús : la gente le presentaba a los niños
para que los bendijera imponiendo las manos sobre su cabeza
Marcos 10, 13-16
Bendición de los padres a los hijos
El padre y la madre nombrando a cada uno de los hijos
les dan la bendición imponiendo las manos sobre su cabeza
y haciendo una cruz en su frente le dicen :
QUE DIOS TE BENDIGA EN EL NOMBRE DEL PADRE
Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO . . . . AMEN.
Puede hacerse al acostarlos a dormir cuando se reúnen para rezar
al celebrar el cumpleaños, en el aniversario de los sacramentos
cuando estén enfermos, al enviarlos a la escuela o al salir de viaje, etc
Padre Dios, vos nos ayudás a ser padres.
Enseñanos a guiar a nuestros hijos
por el camino del bien.
Cuida, Señor, su vida y su salud
y haz que no se aparten del buen camino. Amén
BENDICIÓN DE LOS NIÑOS
Bendicional Argentino
105. Pueden darse varias ocasiones pastorales en que se ruegue a Dios por los niños ya bautizados, por ejemplo, cuando los padres solicitan para ellos la bendición del sacerdote, cuando se celebra alguna fiesta para los niños, cuando se inaugura el curso escolar, u otras semejantes. Por lo tanto, esta celebración se ha de acomodar a las circunstancias de cada caso.
106. Además del sacerdote y el diácono, el rito que aquí se propone puede utilizarlo también un laico –principalmente el catequista o el que tiene a su cargo la educación de los niños–, pero con los textos y preces previstos para él.
107. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias de las familias y de los niños, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre los principales.
108. Si se trata de bendecir a un solo niño, el ministro dirá en singular la oración de bendición.
RITO DE BENDICIÓN
RITOS INICIALES
109. Reunida la comunidad, puede cantarse un canto adecuado. Terminado el canto, el ministro dice:
En el nombre del Padre,
y del Hijo,
y del Espíritu Santo.
Todos se signan y responden:
Amén.
110. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los niños y a los presentes, diciendo:
La gracia y la paz de Dios nuestro Padre,
y de Jesucristo, su Hijo,
que mostró su amor y cariño a los niños,
estén con ustedes.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
111. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:
Hermanos, alabemos y demos gracias al Señor,
que abrazaba a los niños y los bendecía.
Todos responden:
Amén.
O bien:
Bendito seas por siempre, Señor
112. El ministro dispone a los niños y a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:
El Hijo de Dios, nuestro Señor, asumió la condición de niño, y fue creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres. Más tarde, recibió con bondad a los niños y los bendijo, resaltó su dignidad, más aún, los puso como ejemplo para los que buscan de verdad el Reino de Dios. Invoquemos sobre ellos la bendición divina.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
113. Luego el ministro lee el siguiente texto u otro adecuado de la Sagrada Escritura.
Mc 10, Si el ministro es sacerdote o diácono dice:
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Si el ministro es laico dice:
Escuchen hermanos las palabras del Evangelio según san Marcos.
Le trajeron a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor
Otros textos posibles: Mt 18, 1-5. 10; Mt 19, 13-15; Mt 21, 14-16; Lc 2, 46-52.
114. El que preside exhorta a los presentes, para que perciban por la fe el significado de la celebración. La alocución debe ser acomodada a la capacidad de los niños, pero de manera que también los adultos puedan sacar provecho de ella.
PRECES
115. Sigue la plegaria común con las preces que aquí se proponen o con otras que puedan parecer más adecuadas con las circunstancias y el momento.
Se ofrecen dos esquemas; el segundo hace posible que los niños puedan responder y también añadir sus propias intenciones.
A
Invoquemos a Jesús, el Señor, que nos propuso ser como niños para entrar en el Reino de los cielos, diciendo:
R. Señor, que te recibamos en la persona de los niños.
Tú que nacido de la Virgen, santificaste también a los niños,
– ayúdalos, para que siguiendo tu ejemplo, crezcan en sabiduría, en estatura y en gracia. R.
Tú que por medio de los padres y de la Iglesia, manifiestas tu amor por los niños,
– fortalece a los responsables de su cuidado para que se dediquen de verdad a esta tarea. R.
Tú que siendo todavía niño, sufriste la persecución y el destierro,
– cambia la realidad de los niños oprimidos por la maldad de los hombres o la dureza de vida,
y haz que encuentren la necesaria ayuda y protección. R.
B
Invoquemos a Jesús, el Señor, que nos propuso ser como niños para entrar en el Reino de los cielos, diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
– Protégenos de todo peligro. R.
– Dirige nuestra vida y nuestra educación. R.
– Haz que también nosotros vayamos creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres. R.
– Ayuda a todos los niños del mundo. R.
– Danos un corazón agradecido por los dones de tu bondad. R.
– Bendice a nuestros padres, amigos y bienhechores. R.
116. El ministro invita a rezar la oración del Señor, con las siguientes palabras u otras semejantes:
Con humildad y confianza, nos animamos a decir:
PADRE NUESTRO…
ORACIÓN DE BENDICIÓN
a) Para niños ya bautizados
117. El ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo, según las circunstancias, las manos sobre los niños, dice la oración de bendición (se puede omitir lo que está entre corchetes):
Señor, Dios nuestro,
que de la boca de los niños
has sacado una alabanza a tu Nombre,
mira con bondad a estos niños (a este niño / a esta niña),
[que la fe de la Iglesia encomienda a tu providencia
y, así como tu Hijo, nacido de la Virgen,
al recibirlos con agrado,
los abrazaba, los bendecía,
y nos los dejó como ejemplo.]
Derrama sobre ellos (él / ella) tu bendición X
para que a medida que crezcan (crezca),
por su buena conducta entre los hombres,
y con la fuerza del Espíritu Santo,
sean testigos (sea testigo) de Cristo ante el mundo
y enseñen y defiendan (enseñe y defienda)
la fe que profesan (profesa).
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén
118. Si el ministro es laico, con las manos juntas, dice:
Señor Jesucristo, tanto amaste a los niños
que dijiste que quienes los reciben
te reciben a ti mismo;
escucha nuestras súplicas a favor de estos niños (este niño / esta niña)
y, ya que los (lo / la) enriqueciste con la gracia del bautismo,
guárdalos (guárdalo/guárdala) con tu continua protección,
para que cuando a medida que crezcan (crezca), profesen (profese) libremente su fe,
sean fervorosos (sea fervoroso/sea fervorosa) en la caridad
y perseveren (persevere) con firmeza en la esperanza de tu reino.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén
b) Para niños sin bautizar
119. El ministro dice la oración de bendición; si es sacerdote o diácono, la dice con las manos extendidas sobre los niños; si es laico, la dice con las manos juntas.
Dios, Padre todopoderoso,
fuente de bendición y defensor de los niños,
mira con bondad a estos(e) niño
y protégelo(s) desde ahora
ya que habrá(n) de nacer de nuevo por el agua y el Espíritu Santo;
y concédele(s) que, una vez recibido el don del bautismo,
participe(n) de tu reino y aprenda(n) a darte gracias con nosotros en la Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén
ASPERSIÓN
120. Acabada la oración, el ministro rocía con agua bendita a los niños y a los presentes, mientras se puede guardar un momento de silencio o cantar un canto adecuado (ver pp.).
CONCLUSIÓN DEL RITO
121. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:
Jesús, el Señor, que amó a los niños,
los bendiga y los guarde en su amor.
R. Amén.
Y bendice a todos los presentes:
Y a todos ustedes,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
R. Amén
122. Si el ministro es laico, concluye el rito, signándose y diciendo:
Jesús, el Señor, que amó a los niños,
nos bendiga y nos guarde en su amor.
Todos responden:
Amén.
123. Si parece oportuno, puede entonarse un canto adecuado.