BENDICION DE ANCIANOS
del Bendicional Argentino
https://www.dropbox.com/s/9bj75pw4zwvj6di/Bendicional%20Completo%20-%20ICAR.pdf?dl=0
190. Los ancianos cuyas fuerzas se van debilitando, tanto si viven en su propia casa como si conviven juntos en algún hospital o residencia, necesitan de la ayuda fraterna de los demás, para que sigan sintiéndose plenamente acogidos en la familia y en la comunidad eclesial.
Esta bendición, tiende a que los ancianos reciban de los hermanos un testimonio de respeto y de agradecimiento. Al mismo tiempo nosotros, junto con ellos, damos gracias a Dios por los beneficios que de él han recibido y por las buenas obras que han realizado con su ayuda.
191. Además del sacerdote y el diácono, el rito que aquí se propone puede utilizarlo también un laico, pero con los textos y preces previstos para él. En todos los casos deberán adaptar las partes de acuerdo con las circunstancias.
192. La bendición de los ancianos también puede hacerse, seleccionando algunos elementos de este rito, dentro de la celebración de la Misa, después de la homilía, o al final de la Misa, o cuando se lleva la sagrada comunión a los ancianos que no pueden salir de casa, incluso cuando se la lleva un acólito y otro ministro extraordinario de la sagrada comunión delegado al efecto según las normas del derecho, con los ritos y preces previstos para los laicos.
193. Si se ha de bendecir uno o dos ancianos dentro de otra celebración de bendición, puede emplearse la fórmula breve que se halla al final de estos ritos, n. 152.
RITO DE BENDICIÓN
RITOS INICIALES
194. Reunida la familia o las personas allegadas al (a los) anciano(s), el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se signan y responden:
Amén.
195. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo,
estén con todos ustedes.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
196. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:
Hermanos, alabemos a Jesús, el Señor,
que, al ser tomado en brazos por Simeón,
el anciano lo llevaba a él,
y él guiaba al anciano.
Todos responden:
Amén.
197. El ministro dispone a los presentes para la celebración, con estas palabras u otras semejantes:
El tiempo de la vejez es un don de Dios, que ha de recibirse con gratitud. Estos hermanos nuestros, de edad ya avanzada, pueden transmitirnos un verdadero tesoro de experiencia de vida cristiana. Por ellos, demos gracias a Dios y pidamos su ayuda, para que su esperanza y confianza cobren nuevo impulso.
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
198. Luego el ministro lee el siguiente texto u otro adecuado de la Sagrada Escritura.
Lc 2, 25-32. 36-38: Mis ojos han visto la salvación
Si el ministro es sacerdote o diácono dice:
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Si el ministro es laico dice:
Escuchen hermanos las palabras del Evangelio según san Lucas.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel».
[Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.]
Palabra del Señor.
Según los casos, puede leerse sólo una parte del texto precedente.
Otros textos posibles: Eclo 3, 2-8; Eclo 25, 6-8. 13-16; Sb 4, 8-9; Flp 3, 20–4, 1.
199. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
PRECES
200. Sigue la plegaria común con las preces que aquí se proponen o con otras que puedan parecer más adecuadas con las circunstancias y el momento.
Invoquemos a Dios, Padre todopoderoso, que en cualquier edad nos rejuvenece con la fuerza de su gracia, diciendo:
R. Señor, no nos abandones.
Dios Padre todopoderoso, que por tu misericordia revelaste a tu Hijo a Simeón y Ana,
– ilumina a estos fieles, para que vean con los ojos de la fe a tu Salvador y se alegren con el consuelo del Espíritu Santo. R. R. Señor, no nos abandones.
Tú que, por medio de tu Hijo, prometiste el alivio y la paz a todos los que están cansados y agobiados,
– fortalece a tus hijos enfermos para que con paciencia carguen su cruz cada día. R. R. Señor, no nos abandones.
Tú que eres la misma bondad,
– concede que a estos hijos tuyos nunca les falte el debido consuelo de sus familiares y amigos. R.
Tú que amas a todos con amor de padre,
– permite que en nuestra sociedad se reconozca y respete la dignidad y los derechos de los ancianos. R.
201. El ministro invita a rezar la oración del Señor, con las siguientes palabras u otras semejantes:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…
ORACIÓN DE BENDICIÓN
202. El ministro dice la oración de bendición; si es sacerdote o diácono, la dice con las manos extendidas sobre los ancianos; si es laico, la dice con las manos juntas omitiendo la señal de la cruz.
Señor Dios nuestro,
en quien vivimos, nos movemos y existimos;
tú has concedido a este(os) hijo(s) tuyo(s)
la gracia de esperar en ti y de experimentar tu bondad
por medio de tus dones a lo largo de tantos años,
derrama sobre ellos una abundante bendición .
Te pedimos que viva(n) siempre con la alegría
de un espíritu constantemente renovado,
que tenga(n) el necesario vigor corporal
y que su conducta sea un hermoso ejemplo para todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
ASPERSIÓN
203. Acabada la oración, el ministro rocía con agua bendita al anciano y a los presentes, mientras se puede guardar un momento de silencio o cantar un canto adecuado (ver pp.).
CONCLUSIÓN DEL RITO
204. El celebrante, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:
El Señor, esté siempre para defenderte(los), protegerte(los) y sostenerte(los).
R. Amén.
Y bendice a todos los presentes, diciendo:
Y a todos ustedes,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
R. Amén.
205. Si el ministro es laico, implora la bendición del Señor sobre los ancianos y todos los presentes, santiguándose y diciendo:
El Señor nos bendiga,
nos aleje de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
Todos responden:
Amén.
206. Si parece oportuno, puede entonarse un canto adecuado.
FORMULA BREVE DE BENDICIÓN
207. Según las circunstancias, el ministro puede usar la fórmula breve de bendición; si es sacerdote o diácono, la dice con las manos extendidas sobre los ancianos; si es laico, la dice con las manos juntas omitiendo la señal de la cruz.
La bendición + de Dios todopoderoso,
que a nadie abandona
y que aún en la vejez y las canas
guarda a sus hijos con solicitud de padre,
descienda sobre ti (ustedes)
R. Amén.