Fogata de San Juan

Fogata de San Juan

24 de junio Natividad de san Juan Bautista

San Juan Bautista!
grande a los ojos del Señor, lleno del Espíritu Santo saltaste de alegría en el seno de tu madre,
Precursor de Jesús, el Sol que nace de lo alto.

Único profeta que señaló al Cordero que quita el pecado del mundo.

Bautizaste al mismo autor del bautismo, dando el supremo testimonio de Cristo, derramando su sangre por Él.
Que tu poderosa intercesión nos ayude a ser pueblo bien dispuesto, Iglesia familia, la gracia de la alegría espiritual y una vida dedicada a tu servicio.
Concédenos la gracia que hoy pedimos al Señor.
(silencio para que cada uno pida)
Padre!, que siguiendo la voz de san Juan el Precursor, podamos llegar al Salvador anunciado, Jesucristo nuestro Señor. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén


+José Aldazabal en » Muestrame tus caminos»
Pocas veces la Iglesia celebra, en su liturgia, un nacimiento. Aparte del de Jesús (25 de diciembre) y de María, la Virgen (8 de setiembre), solo celebramos a Juan, «el bautizador». En los demás casos, se suele celebrar o al menos conmemorar- la muerte de los santos y santas, no por «necrofilia», sino por celebrar su paso definitivo al Padre. A Juan, entonces, lo celebramos dos veces: en su nacimiento y en su muerte. ¿Por qué tanta importancia? La gestación y nacimiento de Juan tiene un parecido con otros personajes del Antiguo Testamento; por otra parte, Juan es presentado como profeta después de un largo período en que «ya no hay profetas en Israel». La persona de Juan viene a mostrar que nuevamente el cielo, morada de Dios, se pone en diálogo con el hombre, a pesar de la resistencia y pecado de este. Pero no es cualquier profeta, ya que en cierta manera es el último. Es el profeta de los últimos tiempos, el que anuncia _obviamente, de parte de Dios el comienzo de tiempos nuevos y definitivos de reconciliación de la humanidad con su Padre. Juan es el garante de que un camino comenzado en el Antiguo Testamento sigue conducido por Dios, y Dios va a realizar una intervención definitiva.
Hay una frase de Jesús que a veces se ha mal interpretado: «no ha nacido hombre más grande que Juan y sin embargo, el más pequeño en el Reino es más grande que él» (Mt 11,11). Juan es el más importante de toda la etapa preparatoria de la venida de Jesús, y esto debe destacarse. Propiamente hablando Juan no es un cristiano (no confiesa a Jesús, no es seguidor de Cristo), pero en su persona sintetiza toda la Antigua Alianza que ahora llega a la plenitud. Juan es un poco miembro del Antiguo Testamento, y mucho del Nuevo Testamento. Y en ese sentido es testigo de Jesús, y mártir; aunque evidentemente, Juan no es matado por odio a Jesús, sino por su fidelidad a la alianza, y -como afirma un historiador de la época_ “Herodes, temeroso de que su gran autoridad indujera a los súbditos a revelarse, pues el pueblo parecía dispuesto a seguir sus consejos, consideró más seguro, antes que surgiera alguna novedad, quitarlo de en medio…” Juan es modelo de toda una alianza vivida en fidelidad y abierta plenamente a la intervención de Dios en la historia.
Celebrar el nacimiento de Juan, es abrirnos a la novedad que siempre tiene Dios para la historia y, abiertos a esa novedad, comprometernos a obrar conforme al plan de Dios en esa historia hasta dar la vida, si es necesario. Celebrar el nacimiento de Juan es abrirnos a Jesús que viene a transformar nuestras vidas. Celebrar el nacimiento de Juan es abrir el corazón a la voz de los profetas y dejar que su palabra vehemente modele nuestra vida para que el Reino nos haga grandes porque nos vuelve hermanos.


La noche de San Juan es, en realidad, la cristianización de la celebración del solsticio de verano.
Es la noche más corta del año.
Para nosotros en el hemisferio sur es la noche más larga y es el solsticio de invierno.
El origen de esta conocida celebración se vincula a ritos de origen pagano previos a la implantación del cristianismo, donde hace miles de años se festejaba la llegada del solsticio de verano (entre el 20 y 23 de junio) en el hemisferio norte.

El rito principal consistía en un culto al sol y al alargamiento del día. Se encendía una hoguera con el propósito de dar más fuerza al sol, que iba acortando los días hasta la llegada del solsticio de invierno (entre 20 y el 23 de diciembre).

La fiesta cristiana de San Juan se celebra el día 24 de junio, coincidiendo con el nacimiento de San Juan Bautista, seis meses antes del nacimiento de Jesucristo el 24 de diciembre.
En la Biblia, esta es la fecha en que Zacarías, padre de Juan Bautista, mandó encender una hoguera para anunciar el nacimiento de su hijo. «el Sol que nace de lo alto» Así como en otras fechas señaladas, la Iglesia Católica asimiló esta tradición y la adaptó a su calendario, motivo por el cual se relacionan las hogueras de San Juan con el nacimiento de este personaje bíblico.

del Directorio de la congregación de culto sobre Piedad popular y Liturgia: click aqui

  1. En la frontera entre el Antiguo y el Nuevo Testamento descuella la figura de Juan, hijo de Zacarías y de Isabel, ambos «justos ante Dios» (Lc 1,6), uno de los más grandes personajes de la historia de la salvación. Todavía en el vientre de su madre, Juan reconoció al Salvador, también escondido en el vientre de la Virgen María (cfr. Lc 1,39-45); su nacimiento estuvo marcado por grandes prodigios (cfr. Lc 1,57-66); creció en el desierto, llevando una vida austera y penitente (cfr. Lc 1,80; Mt 3,4); «profeta del Altísimo» (Lc 1,76) descendió sobre él la palabra de Dios (cfr. Lc 3,2); «recorrió toda la región del Jordán, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados» (Lc 3,3); como nuevo Elías, humilde y fuerte, preparó al Señor un pueblo bien dispuesto (cfr. Lc 1,17); según el plan de Dios, bautizó, en las aguas del Jordán, al mismo Salvador del mundo (cfr. Mt 3,13-16); a sus discípulos les señaló que Jesús era el «Cordero de Dios» (Jn 1,29), el «Hijo de Dios» (Jn 1,34), el Esposo de la nueva comunidad mesiánica (cfr. Jn 3,28-30); por su heroico testimonio de la verdad (cfr. Jn 5,33) fue encarcelado por Herodes, que le hizo decapitar (cfr. Mc 6,14-29), convirtiéndose así en precursor del Señor en la muerte violenta, como lo había sido en su nacimiento prodigioso y en la predicación profética. Jesús hizo un grandioso elogio de él, proclamando que «entre los nacidos de mujer no hay uno más grande que Juan» (Lc 7,28).
  2. Desde la antigüedad, el culto a san Juan ha estado presente en el mundo cristiano, donde pronto adquirió también connotaciones populares. Además de las celebraciones del día de su muerte (29 de Agosto), como sucede normalmente para todos los santos, sólo de san Juan Bautista, como de Cristo y de la Virgen María, se celebra solemnemente su nacimiento (24 de Junio).
    Por la parte que tuvo en el bautismo de Jesús, se le han dedicado muchos baptisterios y su figura de bautista está junto a muchas fuentes bautismales; a causa de su dura prisión y de su muerte violenta, es patrono de los que padecen en las cárceles, condenados a muerte o a duros castigos, debido a la fe.
    Con toda probabilidad, la fecha del nacimiento de san Juan (24 de Junio) fue establecida dependiendo de la concepción de Cristo (25 de Marzo) y de su nacimiento (25 de Diciembre): según el signo que dio el Ángel Gabriel, cuando María concibió al Salvador, la madre del Precursor estaba ya en el sexto mes del embarazo (cfr. Lc 1,26.30). En cualquier caso, la solemnidad del 24 de Junio está ligada al ciclo solar, en el hemisferio norte. Se celebra cuando el sol, dirigiéndose hacia el sur del zodiaco, comienza a descender: hecho que resulta un símbolo de la figura de Juan, que refiriéndose a Cristo, había declarado: «Él debe crecer y yo en cambio tengo que disminuir» (Jn 3,30).
    La misión de Juan, venido para dar testimonio de la luz (cfr. Jn 1,7), ha dado origen o un sentido cristiano a las hogueras que se encienden la noche del 23 de Junio: la Iglesia las bendice, implorando que los fieles, superadas las tinieblas del mundo, alcancen a Dios, «luz indefectible».

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