La Cruz
Padre Julián Zini.  El Árbol de nuestra identidad
Vivimos haciendo la señal de la cruz. Es un gesto religioso que identifica a los cristianos. Es la señal que nos hacemos en la frente, sobre la boca, en el pecho… También la hacemos sobre nuestros ahijadas y ahijados que vienen a pedirnos la bendición, o sea el antiguo “chon” (apócope de bendición). Con la cruz nos santiguamos y bendecimos a las personas y sus casas y sus cosas, plantaciones, animales, herramientas y vehículos… La cruz nos protege, nos libera y nos guarda. Es un arma espiritual con que nos defendemos en cualquier peligro y contra toda maldad sea visible o invisible, natural o sobrenatural… Es la cruz que, antes que llegaran los españoles, ya sostenía el mundo salido de las manos de grande Ñande-Ru-Eté… Es la cruz que traen los misioneros en su mano derecha y se planta para ser adorada por todos…. Es la cruz en la que de murió Jesús, el Hijo de Dios… Es el Signo sagrado de nuestra salvación… La Cruz de las Siete Corrientes, la Cruz de los Milagros, la cruz de nuestros altarcitos familiares, la cruz de la tumba de nuestros difuntos… Y es la cruz de la Pobreza, de la Injusticia y de la Exclusión, en la que está crucificado nuestro pueblo…
Pues nos diste esta señal
de paz, defensa y honor,
por la Santa Cruz, Señor,
líbranos de todo mal.
La religiosidad del pueblo de nuestra región no se reduce sólo al culto dirigido a Dios, sino que abarca todo un verdadero mundo de expresiones religiosas que tienen que ver con la Cruz y el Crucificado. Es interesante saber que, desde muy antiguo y de memoria, se rezó en Corrientes, sobre todo en la Novena de La Cruz de los Milagros el compuesto:
Pues nos diste esta señal
de paz, defensa y honor,
por la Santa Cruz, Señor,
líbranos de todo mal.
I
Cuando los conquistadores
se vieron atribulados,
de ejército infiel cercados,
los sacaste vencedores,
dándoles un celestial
esfuerzo y marcial ardor:
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
II
Veinte y ocho sólo fueron
en número los soldados.
Y aunque de seis mil sitiados
ochos días resistieron,
sin hambre, sed, ni señal
de cansancio, ni dolor:
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
III
Esta resistencia hizo
creer a los combatientes,
que nuestros padres valientes
tenían algún hechizo;
que este hecho sin igual
no era efecto del valor:
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
IV
Luego se determinaron
a quemar al hechicero.
y para hacerlo, primero
mucha leña amontonaron.
Quiso su encono brutal
dar muestras de gran furor:
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
V
La leña ardió presurosa
y cuánto más la aumentaban
a la Santa Cruz miraban
más reluciente y hermosa.
Pero el indio irracional
no así aplacó su rencor:
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
VI
Por ocho veces volvieron
a practicar nuevas pruebas.
Haciendo fogatas nuevas
y el mismo milagro vieron.
Al cabo un lance fatal,
llenó a todos de pavor
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
VII
Porque a los que atizaban
el fuego un rayo mató
Y a los demás los dejó,
tales que a huir no atinaron.
Y en una angustia mortal
cercados de resplandor:
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
VIII
El bautismo a grandes voces
con ansia y con gemidos,
pidieron arrepentidos
de haber sido tan feroces.
Cobrando un amor filial
a su insigne bienhechor:
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
IX
Desde entonces se quedó
la tierra pacificada.
La nueva ciudad fundada
y todo a vos se debió.
Sois ¡Oh Cruz! Su principal
caudillo y conquistador
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
X
Sois de esta noble ciudad,
protectora honor y gloria.
Paz, salud, luz y victoria
defensa y felicidad.
Su escudo y antemural
su esfuerzo, brillo y valor:
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
XI
De maravillas que asombran
obra en Dios, copla santa
que con razón la cruz santa
de milagros te nombró
Si a tu impulso celestial,
cede el mal, cede el dolor:
Por la Santa Cruz Señor
Líbranos de todo mal
Y Don Osvaldo Sosa Cordero nos legó la coreografía, música y palabras de El Milagro, danza correntina de La Cruz:
I
Milagro de aquella Cruz
de los correntinos,
Milagro que a un pueblo todo
llenó de luz.
Un mes de abril
aconteció
que el leño aquel no ardió.
Milagro que al guaraní
reveló el camino
y fue desde entonces
gloria del Taragüi
II
Hemos de bailar de corazón
para celebrar nuestra función,
grabado en la cruz de tu mirar
que nunca su luz me hagas faltar.
Correntina fiel,
Mi kuñatahí
de labios de miel,
de amor muero por ti
Igual que la cruz
del milagro aquel
de mi Taragüi
Serás luz de amor para mí
LA CRUZ DE LA POBREZA
Alabo la providencia
porque ni bien vi la luz
con la señal de la cruz,
bautizaron mi Inocencia.
Y alumbraron mi existencia
con la eterna claridad
de la santa Trinidad
que es el Dios de conciencia
y a sigún mi conocencia
al ir santiguándome
confieso a todos mi fe,
que por ser gracia y herencia
es compromiso y vivencia
remedio de todo mal,
victoria al fin y al final,,
por ser amor e indulgencia.
Con una cruz en la frente
y otra sobre el corazón,
tengo sobrada razón
para gritar con mi gente,
de morir calladamente
en la cruz de la pobreza.
Aunque es de criolla nobleza
es pecado che pariente
Me marea el agua ardiente
pero ni nunca la plata
Yo me crié en alpargata
y así aprendí a ser consciente
mientras tenga uñas y dientes
puedo pelearle a la vida
Yo no soy causa perdida,
Yo soy nacido en Corrientes.
Recitado
Y No sirve mi elocuencia
si calla esta situación
es una crucifixión
que mata y en consecuencia
perpetua la sentencia
contra el alma de mi tierra.
Sabe Dios que en esta guerra
me juego mis menudencias
Porque me gusta el presente
me hace llorar el pasado.
Y aunque el futuro es sagrado
será mio últimamente.
De donde salio esa gente
que viene a darme trabajo
con tal que yo siga abajo
calladito y obediente.
me marea el agua ardiente
pero ni nunca la plata
Yo me crié en alpargata
y así aprendí a ser consciente
mientras tenga uñas y dientes
puedo pelearle a la vida
Yo no soy causa perdida,
Yo soy nacido en Corrientes.
El árbol de nuestra identidad Julián Zini
Editorial Patria Grande Abril 2005 ISBN 950-546-011-2
PRESENTACIÓN (pagina 8)
Necesito ser agradecido, y públicamente. Ante todo a mi Dios, nuestro Dios, Comunidad de Amor … A ese Dios que me cuida y que me muestra el camino de la Vida, a cada instante.
Necesito agradecerle a mi hermana de sueños, mi comadre Chiquita Benítez, con quien hemos compartido tantas veces este árbol querido, dándoselo a los jóvenes de nuestras Comunidades.
Necesito agradecerle a mi hermano de sueños, el amigo y Profesor Enrique A. Piñeyro, por su aliento, la búsqueda de canciones, su introducción y el glosario, con que enriqueció este libro.
Finalmente, deseo y ruego a Dios que estén trabajito llegue a los jóvenes de mi patria chica amada, Corrientes de las Misiones ya que no estoy haciendo otra cosa que devolverle a mi pueblo lo que él medio.
¡Gracias, Dios de la vida!
P. Julián Zini
Del Papa Francisco:
CARTA APOSTÓLICA DESIDERIO DESIDERAVI DEL SANTO PADRE FRANCISCO
SOBRE LA FORMACIÓN LITÚRGICA DEL PUEBLO DE DIOS 
47. Otra cuestión decisiva – reflexionando de nuevo sobre cómo nos forma la Liturgia – es la educación necesaria para adquirir la actitud interior, que nos permita situar y comprender los símbolos litúrgicos. Lo expreso de forma sencilla. Pienso en los padres y, más aún, en los abuelos, pero también en nuestros párrocos y catequistas. Muchos de nosotros aprendimos de ellos el poder de los gestos litúrgicos, como la señal de la cruz, el arrodillarse o las fórmulas de nuestra fe. Quizás puede que no tengamos un vivo recuerdo de ello, pero podemos imaginar fácilmente el gesto de una mano más grande que toma la pequeña mano de un niño y acompañándola lentamente mientras traza, por primera vez, la señal de nuestra salvación. El movimiento va acompañado de las palabras, también lentas, como para apropiarse de cada instante de ese gesto, de todo el cuerpo: «En el nombre del Padre… y del Hijo… y del Espíritu Santo… Amén». Para después soltar la mano del niño y, dispuesto a acudir en su ayuda, ver cómo repite él solo ese gesto ya entregado, como si fuera un hábito que crecerá con él, vistiéndolo de la manera que sólo el Espíritu conoce. A partir de ese momento, ese gesto, su fuerza simbólica, nos pertenece o, mejor dicho, pertenecemos a ese gesto, nos da forma, somos formados por él. No es necesario hablar demasiado, no es necesario haber entendido todo sobre ese gesto: es necesario ser pequeño, tanto al entregarlo, como al recibirlo. El resto es obra del Espíritu. Así hemos sido iniciados en el lenguaje simbólico. No podemos permitir que nos roben esta riqueza. A medida que crecemos, podemos tener más medios para comprender, pero siempre con la condición de seguir siendo pequeños.