La señal de la Cruz

La señal de la Cruz

La señal de la Cruz nos recuerda que el Misterio de la Trinidad abraza nuestro ser y nuestra vida. Francisco Angelus 31 mayo 2015

Como este gesto vuelve con frecuencia en mi jornada, tengo el peligro de hacerlo sin prestarle la atención que se merece. Sin embargo es precioso por su historia, por su significado y por su poder.

Es la señal de mi fe; muestra quién soy y lo que creo. Es el resumen del Credo. Es la señal de mi agradecimiento. Tengo que hacer con amor y emoción este gesto que me recuerda que Jesús ha muerto por mí. Es la señal de mi intención de obrar, no para la tierra, sino para el Cielo. Al hacerla, y pronunciando estas misteriosas palabras

-«EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO» me comprometo a obrar:

• en el nombre del Padre que me ha creado,

• en el nombre del Hijo que me ha redimido,

• en el nombre del Espíritu Santo que me santifica. En una palabra: a actuar como hijo o hija de Dios.

Este signo es la señal de la consagración de toda mi persona.

Al tocar mi frente: «rezo a Dios todos mis pensamientos.

Al tocar mi pecho: consagro a Dios todos los sentimientos de mi corazón.

Al tocar mi hombro izquierdo: le ofrezco todas mis penas y preocupaciones.

Al tocar mi hombro derecho: le consagro mis acciones.

La señal de la Cruz es en sí misma fuente de grandes gracias.  Debo considerarla como la mejor preparación a la oración, pero ya es en sí misma una oración, y de las más impresionantes. Es una bendición.

Si me emociona ser bendecido por el Papa, por un obispo, ¡ cuánto más ser bendecido por el mismo Dios !.

Señor, concédeme la gracia de hacer de mi señal de la cruz un «Heme aquí» motivador para la oración, para la acción, para mi día entero; así como una poderosa llamada de las bendiciones del cielo sobre mí.

La cruz Signo del Cristiano

(José Aldazabal, Gestos y símbolos 17)

Los cristianos, con frecuencia, hacemos con la mano la señal de la cruz sobre nuestras personas. O nos la hacen otros, como en el caso del bautismo o de las bendiciones.

Al principio parece que era costumbre hacerla sólo sobre la frente.

Luego se extendió poco a poco a lo que hoy conocemos: o hacer la gran cruz sobre nosotros mismos (desde la frente al pecho y desde el hombro izquierdo al derecho) o bien la triple cruz pequeña, en la frente, en la boca y el pecho, como en el caso de la proclamación del evangelio.

Es un gesto sencillo, pero lleno de significado. Esta señal de la Cruz es una verdadera confesión de nuestra fe: Dios nos ha salvado en la Cruz de Cristo. Es un signo de pertenencia, de posesión: al hacer sobre nuestra persona esta señal es como si dijéramos: «estoy bautizado, pertenezco a Cristo, El es mi Salvador, la Cruz de Cristo es el origen y la razón de ser de mi existencia cristiana…».

La señal de la Cruz nos recuerda que el Misterio de la Trinidad abraza nuestro ser y nuestra vida.

La Trinidad es el fin último hacia el cual está orientada nuestra peregrinación terrenal. El camino de la vida cristiana es, en efecto, un camino esencialmente ‘trinitario’: el Espíritu Santo nos guía al conocimiento pleno de las enseñanzas de Cristo. Y también nos recuerda lo que Jesús nos ha enseñado. Su Evangelio; y Jesús, a su vez, ha venido al mundo para hacernos conocer al Padre, para guiarnos hacia Él, para reconciliarnos con Él. Todo, en la vida cristiana, gira alrededor del misterio trinitario y se cumple en orden a este misterio infinito. Intentemos pues, mantener siempre elevado el ‘tono’ de nuestra vida, recordándonos para qué fin, para cuál gloria nosotros existimos, trabajamos, luchamos, sufrimos. Y a cuál inmenso premio estamos llamados.

Este misterio abraza toda nuestra vida y todo nuestro ser cristiano. Lo recordamos, cada vez que hacemos la señal de la cruz: en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Y ahora los invito a hacer todos juntos – y con voz fuerte – la señal de la cruz ¡todos juntos! En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Francisco, Ángelus, Domingo 31 de Mayo de 2015

Canto   DIOS TRINO – Em nome do Pai

autor Paullo Roberto partitura original 1999

Nuestro Pueblo vive del amor trinitario. Su vida, marcada por la Cruz desde el inicio lo une al proyecto salvador de Dios.

EN EL NOMBRE DEL PADRE,

EN EL NOMBRE DEL HIJO,

EN EL NOMBRE DEL SANTO ESPÍRITU,

ESTAMOS AQUÍ.

Para alabar y agradecer, bendecir y adorar, estamos aquí a tu disposición.

Para alabar y agradecer, bendecir y adorar, estamos aquí, Señor, Dios trino de amor.

Adaptación del Grupo Pueblo de Dios para la liturgia bautismal:

Te recibimos con amor, con la cruz del Salvador la llevarás en tu corazón.

Te recibimos con amor, con la cruz del Salvador será la señal de Dios trino de amor.

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