ORANDO EL SALMO RESPONSORIAL – Salmo 115-116B, 1+6. 7-8. 9-10
¡REPITE, ASIMILA, VIVE LA PALABRA!
REPITE, DURANTE TODA LA SEMANA, UNA Y OTRA VEZ:
_{inspirando}_ ¡Caminaré! _{espirando}_ ¡en presencia del Señor!
«`El Salmo 115, en el original hebreo, forma parte de una sola composición junto al salmo precedente, el 114. Ambos, constituyen una acción de gracias unitaria, dirigida al Señor que libera de la pesadilla de la muerte. En nuestro texto aparece la memoria de un pasado angustiante: el orante ha mantenido alta la llama de la fe, incluso cuando en sus labios surgía la amargura de la desesperación y de la infelicidad (115,10). Alrededor se elevaba como una cortina helada de odio y de engaño, pues el prójimo se demostraba falso e infiel (v. 11). Ahora, sin embargo, la súplica se transforma en gratitud, pues el Señor ha sacado a su fiel del torbellino oscuro de la mentira (v. 12)«`
_Con las palabras del orante, el salmo concluye evocando nuevamente el rito de acción de gracias que será celebrado en el contexto del templo (vv. 17-19). Su oración se situará en el ámbito comunitario. Su vicisitud personal es narrada para que sirva de estímulo para todos a creer y a amar al Señor. En el fondo, por tanto, podemos vislumbrar a todo el pueblo de Dios, mientras da gracias al Señor de la vida, que no abandona al justo en el vientre oscuro del dolor y de la muerte, sino que le guía a la esperanza y a la vida_
«`¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación’. El salmista ha comprendido los muchos dones recibidos de Dios: del no ser ha sido llevado al ser, ha sido plasmado de la tierra y ha recibido la razón…, ha percibido después la economía de salvación a favor del género humano, reconociendo que el Señor se entregó a sí mismo como redención en lugar nuestro; y busca entre todas las cosas que le pertenecen cuál es el don que puede ser digno del Señor. ¿Qué ofreceré, por tanto, al Señor? No quiere sacrificios ni holocaustos, sino toda mi vida. Por eso dice: ‘Alzaré la copa de la salvación’, llamando cáliz a los sufrimientos en el combate espiritual, a la resistencia ante el pecado hasta la muerte. Es lo que nos enseñó, por otro lado, nuestro salvador en el Evangelio: ‘Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz’; o cuando les dijo a los discípulos: ¿pueden beber el cáliz que yo he de beber?’, refiriéndose claramente a la muerte que aceptaba por la salvación del mundo (san Basilio Magno PG XXX, 109)«`
Rumia completa: de +Max Alexander