¡VOS SOS MI HIJO AMADO! LyED DOMINGO SEGUNDO DE CUARESMA Ciclo B 25/02/2024
SUGERENCIAS
IMAGEN, SENTIMIENTO, IDEA
Lo que sugiere Francisco en la Evangelii Gaudium para la homilía nos puede servir a la hora de preparar y animar la Celebración.
Sólo para ejemplificar, recordemos algunos recursos prácticos, que pueden enriquecer una predicación y volverla más atractiva. Uno de los esfuerzos más necesarios es aprender a usar imágenes en la predicación, es decir, a hablar con imágenes. A veces se utilizan ejemplos para hacer más comprensible algo que se quiere explicar, pero esos ejemplos suelen apuntar sólo al entendimiento; las imágenes, en cambio, ayudan a valorar y aceptar el mensaje que se quiere transmitir. Una imagen atractiva hace que el mensaje se sienta como algo familiar, cercano, posible, conectado con la propia vida. Una imagen bien lograda puede llevar a gustar el mensaje que se quiere transmitir, despierta un deseo y motiva a la voluntad en la dirección del Evangelio. Una buena homilía, como me decía un viejo maestro, debe contener «una idea, un sentimiento, una imagen». Francisco en EG 157
Idea: Dios está con nosotros
Sentimiento: Qué bien estamos aquí.
Imagen: Jesús transfigurado – Abraham e Isaac
Frase: Este es mi hijo muy querido ¡Escúchenlo!
Gesto: Destacar la entrada de la palabra de Dios,
SALMO 115 Caminaré en presencia del Señor
CANTO LA TRANSFIGURACION https://www.youtube.com/watch?v=A7Sy9u_PAAw
Avisar: Vía crucis los viernes
PARA reunir al equipo de Liturgia: Pasión según San Marcos para lectura Litúrgica pastoral
En Power point y en videos del Monasterio San Benet de Monserrat, España
http://www.monestirsantbenetmontserrat.cat/regina/eucarcast.html
Subsidios para la Misa dominical De Chile
De Chile http://www.iglesia.cl/ 02 CUA2b Chile.pdf
https://www.dropbox.com/s/t88g7e04jarrdx6/02%20CUA2b%20Chile.pdf?dl=0
El rostro del Transfigurado. El domingo pasado era el signo del agua que sugeríamos concentrar la atención de los fieles. Hoy es hacia el rostro del Transfigurado que sugerimos dirigir la mirada: un icono, una imagen del rostro de Jesús…
2. Valorizar el ambón y el Libro de la Palabra. El Evangeliario debe figurar en la procesión de entrada y depositarse sobre el altar.
3. El prefacio es propio.
LA ORACION COLECTA
Domingo II de Cuaresma
Buscar el rostro de Dios
RAFAEL GRASSETTI
- En el segundo domingo de Cuaresma, la liturgia nos propone la siguiente
oración colecta: “Padre santo, que nos mandaste escuchar a tu Hijo amado, alimenta
nuestro espíritu con tu palabra, para que, después de haber purificado nuestra mirada interior, podamos contemplar gozosos la gloria de tu rostro”. - En el texto original, la oración se dirige a «Dios» (Deus). Desde el punto de vista literario, esta oración colecta se organiza conforme al esquema clásico: invocación, motivación, peticiones.
- La motivación de la colecta, en consonancia con el evangelio de la Transfiguración del Señor (cf. Mt 17,1-9; Mc 9,1-9; Lc 9,28-36), nos sitúa en el monte
Tabor. Allí, lo mismo que en el «hoy» de la liturgia, el Padre nos «manda escuchar»
(audíre praecepísti) a su Hijo querido: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo” (Mc 9,7).
En el rostro transfigurado de Cristo, que brilla como el sol (cf. Mt 17,2), se refleja la
claridad luminosa del misterio de Dios y se vislumbra nuestra gloria futura. - “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios” (Deut 8,3). Con frecuencia, los textos cuaresmales recuerdan esta verdad de
la Escritura. Ser alimentados «interiormente» (intérius) con la palabra divina (verbo tuo): he aquí el contenido de la primera petición. - La siguiente petición se centra en la «contemplación del rostro de Dios».
La colecta hace saber que tal visión supone la previa «purificación de nuestra mirada interior» (spiratáli purificáto intúitu). Contemplar la gloria de Dios (glóriae
tuae) es causa de una «alegría» grande en la tierra y de un «gozo» sin fin en el cielo
(laetémur). Con respecto a la actitud contemplativa, conviene reparar en aquella
disposición orante de la que habla el evangelio de la Transfiguración (cf. Lc 9,28).
Por tanto, hagamos propia la oración del salmista: “Oigo en mi corazón: «Buscad mi
rostro». –Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.” (Sal 26,8-9a).