Juan Pablo II nos da un ejemplo extraordinario. Su magisterio sobre la presencia y acción del Espíritu Santo en la Iglesia ya ocupa páginas memorables. Basta pensar en su encíclica «Dominum et Vivificantem» y en tantas inspiradas catequesis impartidas en las audiencias públicas de los miércoles.

El eje de este Subsidio pastoral es la misión evangelizadora. Parece lógico, parece necesario, parece actualísimo. Pensemos en la encíclica «Redemptoris Missio», en el 4to. Congreso Misional latinoamericano de Lima; en la 4ta. Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Santo Domingo, 1992); en las «Líneas pastorales para la nueva Evangelización» de la Conferencia Episcopal Argentina.

Desarrollo el tema central con dos referencias bien marcadas: la fundamentación bíblica, leyendo y meditando trozos del libro de los Hechos de los Apóstoles, y resúmenes de cada capítulo de la encíclica «Redemptoris Missio».

Espero firmemente que esta línea de reflexión y de oración nos prepare, en condiciones espirituales muy apropiadas, para recibir al Espíritu Santo.

La “motivación» intenta conectarnos con la fuente pura y fecunda de la espiritualidad de los Padres de la Iglesia, en donde tanto se distinguen los orientales. La «oración comunitaria» pretende mantenernos unidos a la oración oficial de la Iglesia, con todas las garantías de belleza y de eficacia. Cada comunidad la ampliará, según la anime el Espíritu Santo.

Los cantos propuestos son una selección de ayuda. Seguramente las comunidades conocen otros cantos, que los eleven más.

Y ahora, hermanos, a orar, en comunión con millones de bautizados que esperan al Espíritu Santo, como lo hicieron María y los Apóstoles, cuya intercesión imploramos para mayor eficacia de la novena.

Los bendigo afectuosamente.